VILLA 21-24: UN ESPACIO PARA LA INFANCIA

CLUB EL DARI
«Es necesario generar una red entre las diversas organizaciones que puedan reclamar y, también, proponer iniciativas que tracen una red de contención que evite el desamparo ante situaciones de vulnerabilidad»

En la manzana 10 de la villa 21-24 crece un espacio destinado a sus niños, niñas y adolescentes. Mientras exigen políticas públicas integrales que garanticen los derechos de los pibes vulnerados y estigmatizados del sur porteño, transmiten valores, juegan y abrazan. 

[Por Carla Perelló] Por la ventana de “El Club Popular El Dari” asoman un par de ojos que apenas llegan a mirar hacia adentro, inmediatamente después, la puerta se entreabre. El reloj marca las 15 y el lugar empieza a llenarse de pibes y pibas, de entre 8 y 15 años, que llegan de la escuela para asistir a diversos talleres recreativos, de lectura o para practicar algún deporte. En la villa 21-24, de Barracas, el ritual se repite de lunes a sábados desde hace un año con tres líneas fundamentales de trabajo que apuntalan el quehacer diario: exigir el pleno cumplimiento de la ley 114 de Protección integral de los derechos de niños, niñas y adolescentes en el territorio porteño, articular con organizaciones para impulsar al Estado a que genere políticas públicas integrales y, a su vez, deconstruir el discurso hegemónico que estigmatiza –sobre todo- a los jóvenes pobres. “Hay otra identidad posible”, sostiene ante Sur Capitalino Francisco Farina, responsable del Club. 
La idea de generar un espacio específicamente orientado a la niñez y la adolescencia se gestó, al menos, durante un año antes de que las y los militantes del Frente Darío Santillán (FPDS) pudieran materializarla. Después del 26 de junio de 2014, ubicaron el lugar -en la manzana 10, número 60 bis- y pusieron manos a la obra. 
El hecho de que existieran políticas deficitarias por parte del Estado para abordar este tipo de cuestiones fue el empujón. Según Farina, que también es trabajador social, “existen programas prefabricados y el sistema asistencial para la niñez, al estar precarizado, entorpece el trabajo”. En ese sentido, desde el FPDS, analizan que es necesario generar una red entre las diversas organizaciones que puedan reclamar y, también, proponer iniciativas que tracen una red de contención que evite el desamparo ante situaciones de vulnerabilidad, como de violencia familiar, entre otras.
“Apuntamos a transmitir valores educativos y pedagógicos, así construimos un discurso contrahegemónico para combatir al sistema desde que los pibes son pibes”, indica el joven. La intención no es idealista, ya que la desigualdad social tiene efectos bien concretos sobre quienes resultan menos beneficiados. El “deber ser” estereotipado del discurso hegemónico replicado por los medios masivos se incrusta en el barro de los pasillos de la villa y suele marcar a fuego a quienes están en busca de su identidad, en pleno crecimiento. “Está instalado que hay sólo dos opciones: sos chorro o policía, y la verdad que esa no es la única salida. Se puede construir otra identidad de manera colectiva”, dice, para graficar la situación.
No es necesario preguntar demasiado para conocer cuál es el camino a seguir, la decoración habla por sí sola: cuelgan de la pared fotos de líderes políticos como Evita, Fidel Castro y Ernesto “Che” Guevara, así como de militantes sociales y víctimas de la violencia institucional: Luciano Arruga, Mariano Ferreyra y Darío Santillán. No obstante, la forma de trabajo con parejas pedagógicas (conformadas por trabajadores sociales, sociólogos, maestros y psicólogos), en cada turno, es uno de los puntos importantes en este desarrollo. Colaboran con las familias y asisten a reuniones escolares, en caso de ser necesario.
En tanto, un grupo de adolescentes –integrantes del equipo de fútbol femenino- decidió emprender la creación de un espacio de jóvenes para poner en agenda temas específicos como la educación sexual y reproductiva. En vacaciones, se miran películas, se practica karate y se juega al fútbol. Entre los proyectos previstos están el de abrir un comedor y ampliar la cantidad de salas para que entren más chicos.
Poco a poco, cada uno de ellos y ellas, comienzan a reconocerse como sujetos políticos con derechos. Se enciende la ilusión. La iniciativa crece y las metas son cada vez más altas. Farina, no se achica: “Nosotros queremos incidir positivamente en la agenda de los medios. Pero no podemos solos, tenemos que ser muchos”.
SUR CAPITALINO/PRODUCCIÓN RIACHUELO

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