
[FM RIachuelo 5/10/2021] «Por AGPS y FMRiachuelo». En ocasión de celebrarse el 27 de septiembre un nuevo aniversario de la conformación de la CGT, y ante un nuevo proceso de unificación que asoma en la escena política y social de la Patria, Al Gran Pueblo Salud (Lunes 19 a 22 hs.) conversó con Mara Espasande, Historiadora y directora del Centro de Integración Latinoamericana «Manuel Ugarte» de la Universidad Nacional de Lanús.
AGPS: Venimos siguiendo lo que es la posibilidad de la unificación de la Confederación General del Trabajo (CGT), y en particular, que a este proceso se le incorporaría la Unión de Trabajadores de la Economía Popular (UTEP) como un hecho inédito. Esperamos que esa confluencia pueda volver a generar lo que en la historia ha sido un protagonismo central de los trabajadores para orientar políticas estructurales a favor del Pueblo en nuestra Patria. ¿Qué nos podés contar de esa pugna por la unidad en la historia de la CGT?
Mara Espasande: Me convocan para una temática interesante, apasionante y también compleja porque tiene marchas, contramarchas y vericuetos de todo tipo. Pero sin duda coincido que es una de las claves para comprender las luchas del campo popular de nuestro pueblo en el presente y además para incidir y para poder generar una lectura, por ejemplo en términos políticos, históricos de que significa un proceso de unidad del movimiento obrero con las particularidades de la clase trabajadora en nuestro presente, en el siglo XXI, que no son las mismas del momento en que la CGT nace.
La primera cuestión para reflexionar está vinculada a cuáles son las condiciones que se tienen que dar para que dentro del movimiento obrero se pueda generar una unidad, y que características debería tener esta unidad. Ahí hay dos temas importantes porque a lo largo de la historia uno encuentra que la unidad del movimiento obrero se ha dado tanto en momentos de resistencia, como en momentos de avanzada bajo gobiernos populares y nacionales.
En primer lugar podríamos decir que los dos contextos pueden favorecer la unidad o la desunión, como primer elemento, y la otra cuestión es qué significa la unidad, porque muchas veces fue lograda desde la unidad institucional pero no desde una unidad de concepción y una unidad de acción. En la historia existen procesos donde se conforma una Central única pero que duran muy poco, justamente por la ausencia de estos dos elementos: de la necesidad de tener no solo un programa de acción y un plan de reclamos y reivindicaciones gremiales que es fundamental, sino también una unidad en cuanto a la concepción política, que tal vez es lo más complejo de poder lograr, más cuando apremian tantas cosas por las cuales reclamar y luchar.
Vamos a comenzar desde el principio. Pensar en 1930 y en el 27 de Septiembre de esa época, implica ubicarnos en un momento en el cual hacía pocos días se había llevado adelante el golpe de Estado, liderado por Uriburu, un golpe cívico-militar que había terminado con el gobierno de Yrigoyen, que más allá de todas las complejidades que tuvo se habían generado avances vinculados a los derechos de los trabajadores de manera destacada. Y digo las complejidades porque no podemos olvidarnos de las dos represiones al movimiento obrero muy importantes: tanto la Semana Trágica, como la Patagonia Rebelde. Más allá de eso, el gobierno de Yrigoyen había tomado algunas medidas a favor del conjunto de los trabajadores.
Cuando se produce el golpe inmediatamente se declara la ley marcial, que habilitaba el fusilamiento de todos los activistas políticos y de los trabajadores. Y es en ese contexto cuando el movimiento obrero se ve absolutamente amenazado y puesto en jaque por el primer golpe de estado de nuestra historia, que las dos centrales más importantes, La Unión Sindical Argentina (USA), que en ese momento estaba más que nada integrada por socialistas y comunistas, va a terminar articulándose con la otra gran central que va a ser la Confederación Obrera Argentina (COA). Se produce confluencia en la diversidad, porque pensemos que había socialistas, comunistas, sindicalistas revolucionarios, que eran aquellos que, a diferencia de los primeros, consideraban que la lucha política no debía ser la prioridad, no debía estar en la agenda de lucha de los sindicalistas. Pero a pesar de todas esas diferencias logran reunirse y conformar una Central Única aunque también duró poco, cinco años después, en 1935 se vuelve a dividir por estas diferencias, esencialmente por un conflicto entre los socialistas y los comunistas.
A partir de esto se conforman por un lado la CGT Catamarca y por el otro la CGT Independencia, las dos grandes corrientes con las que hacia los años cuarenta se va a encontrar, en el cuarenta y tres puntualmente, Juan Domingo Perón cuando llegue al Departamento Nacional de Trabajo prontamente convertido en la Secretaría de Trabajo y Previsión.
En ese contexto me parece que los años treinta son interesantes para estudiar porque es un momento en el cual los historiadores con los que me formé, nuestros maestros dentro del revisionismo, Roberto Galasso, Abelardo Ramos y tantos otros, nos enseñaron que los años treinta es el momento en que la clase obrera Argentina, el pueblo trabajador en cuanto a clase obrera industrial, se conforma. Y allí es donde confluyen dos grandes tradiciones de nuestra historia, porque estamos mencionando a los comunistas, los socialistas y ahí aparece toda una tradición vinculada a las luchas de izquierda, al anarquismo, vinculada a la inmigración. Entonces uno podría decir que este movimiento obrero estaba integrado fundamentalmente por las ideas que habían llegado de la mano de los inmigrantes, cosa que es verdad, esto es un hecho fundamental, las ideologías de izquierda son las que promueven el origen de los sindicatos en la Argentina. Ya en 1857 se conforma el primer gremio, de los gráficos, la Sociedad Tipográfica Bonaerense, que va a llevar adelante la primera huelga en la historia Argentina, que están vinculados con estas ideas.
Hacia los años 30, lo que se llamó el proceso de las migraciones internas, generó que desde el interior llegaran miles de trabajadores y trabajadoras que se mezclaron con esas organizaciones sindicales. Y no es como dijo algún sociólogo, como por ejemplo Gino Germani en algún momento: “bueno era gente que no tenía experiencia”. Nuestro pueblo del interior había luchado en el siglo XIX, y durante toda la primera mitad del siglo XX, de manera muy fuerte, muy aguerrida: la historia de las montoneras, de los caudillos. Pero hay toda una tradición de lucha que confluye en los años treinta con la otra tradición, que era la lucha de los programas que venían más de la izquierda y que a partir del cuarenta y tres van a encontrarse generando una síntesis en este gran movimiento nacional que ya en el cuarenta y cinco se puede identificar como el Peronismo. Ahí hay un proceso interesante de unidad, que permite entender porque Perón, desde el cuarenta y cinco, construye su movimiento con el movimiento obrero como columna vertebral y sigue durante todo el peronismo. La CGT nace y se unifica en la resistencia en el treinta, pero se vuelve a reunificar en el cuarenta y tres, y se fortalece como central única durante el peronismo.
A veces los contextos de resistencia y de avance no son tan determinantes para pensar la unidad, como sí los debates que se dan hacia adentro del movimiento obrero y los programas políticos de lucha. Ahí hay un tema importante para pensar.
AGPS: También hay un crecimiento casi exponencial de la masa de trabajadores, debido a los conflictos internacionales y demás. La Argentina comienza a ser un lugar de alta producción de manufacturas, que antes no lo era así.
ME: Claro, ahí hay una transformación en las condiciones materiales, en lo que es la existencia en sí de la clase trabajadora, que esto es fundamental porque no es lo mismo pensar al movimiento obrero durante el modelo agroexportador de 1880, 1890. En esa época no había industria. Los gremios más fuertes eran los gremios de servicios, por ejemplo los ferroviarios, y los gremios vinculados a los oficios, panaderos, carpinteros, que eran más que nada anarquistas.
Cuando a partir del treinta irrumpe la Argentina industrial cambia el mapa. Aparecen los metalúrgicos, los obreros de la construcción y esos son los gremios fuertes. Los gremios vinculados a la producción en los años cuarenta, cincuenta, sesenta, que van a tomar un protagonismo fundamental con la Revolución autodenominada Libertadora, diríamos La Fusiladora, en el cincuenta y cinco. Toda la resistencia peronista la van a liderar estos gremios, que sufren intervención y toda la persecución. Pero los gremios vinculados a la producción van a ser los que durante dieciocho años van a sostenerse en pie, en la resistencia, para lograr el retorno de Perón. También con sus conflictos, con sus divisiones importantes en los años sesenta: la división entre la CGT de los Argentinos y la CGT Azopardo que va a terminar cuando Perón retorna y, bajo la figura de Rucci, ordene el mundo político sindical frente a una nueva CGT unificada.
AGPS: Te preguntamos sobre el aumento de los trabajadores porque creo que Galasso también planteaba eso cuando muestra la irrupción del peronismo vinculado al desborde que esta gran cantidad de trabajadores había producido en los sindicatos habituales en manos de socialistas, anarquistas y comunistas. Esto que planteabas anteriormente respecto de alguna cuestión institucional, a veces hay momentos históricos, algo que nosotros estamos tratando de entender es si éste no es uno de esos momentos históricos, donde hay una cuestión, de lo que vos llamas la materialidad, del momento actual que hacen que se desborden las estructuras y que en las instituciones habituales donde se dan determinados debates queden desbordadas e irrumpan nuevos actores, con nuevos mandatos o con nuevas tendencias. Me parece que en la década del treinta algo de esto hay en eso, donde las instituciones sindicales quedan desbordadas, no es que no había sindicatos, sino que quedan totalmente desbordadas porque una cantidad de trabajadores increíble del interior y también de afuera vinieron.
ME: La cantidad de afiliados a la CGT en 1943 eran ochenta mil, dos años después en el 45 eran quinientos mil, y esto es resultado de lo que vos decís, este proceso se da desde la base material que durante todos los años 30 la clase obrera aumenta de manera vertiginosa, y esa clase obrera es la que se afilia de manera absolutamente masiva con las políticas de Perón desde la Secretaría, en dos años.
AGPS: Un montón de leyes sociales que nosotros pensamos que son del peronismo, las hizo Perón dos años antes de ser presidente.
ME: Si uno analiza desde una mirada más de fuerzas sociales, cuándo se constituye el sujeto que va a dar origen al peronismo, es ahí, es en esos años. Y obviamente tenés que irte al treinta para analizar la construcción de ese sujeto, que para nosotros es el pueblo trabajador, la clase obrera argentina o como le quieran llamar.
Comparto con lo que preguntás, que en este momento, en este presente como también se dio un proceso de transformación profunda en la clase trabajadora, obviamente a partir del 76 con todo lo que fue el proceso de aplicación de las políticas neoliberales, pero a partir de los 90 con la conformación de los movimientos sociales y como todo eso, en las últimas décadas, alcanzó un nivel de institucionalidad que se expresa en la UTEP o en otros espacios, como la Central de Movimientos de Trabajadores de la Economía Popular. Se abre entonces un panorama muy interesante con un proceso de unidad que hay que ver como logran transitar estas cuestiones de las agendas y las luchas gremiales reivindicativas, particulares y la cuestión de la perspectiva política que no es sencillo porque en la lucha se juegan todos estos aspectos juntos.
AGPS: Mientras te escuchaba y veía cómo ibas enlazando una parte histórica tan importante del Movimiento Obrero con la situación actual, ¿según tu lectura, según lo que podes analizar en base a lo que pasó y en base a lo que puede llegar a pasar, cual pensas que es el desafío más grande que tiene en este momento el Movimiento Obrero hacia adelante?
ME: Creo que hay un punto central que está vinculado a una reorganización aunque a veces las formas y lo institucional no hacen al contenido. A veces ayudan y cuando venía leyendo algunas declaraciones en vistas a la Confederal y al encuentro que se va a hacer, por ejemplo del Gringo Amichetti, que me parece uno de nuestros dirigentes sindicales más lúcidos, pensaba en la necesidad de buscar nuevas orgánicas que permitan a los sectores que tienen una militancia de base más activa, que tienen un nivel de representatividad mayor de la actual cúpula de la CGT. Esto es una opinión personal, pero creo que la actual cúpula de la CGT no representa el dinamismo que existe en las bases. Me parece que el gran desafío es poder generar este diálogo o ese nivel de representatividad, donde la cúpula y el nivel dirigencial sea un poco más parecido a lo que pasa por abajo. Eso me parece que va a ser central y luego eso va a permitir canalizar el conjunto de demandas y de conflictos que tenemos hoy en puerta. Creo que habría que volver, no te digo que al programa de La Falda o de Huerta Grande o de los 26 puntos, pero si a un programa mínimo. Hace un par de años la Corriente Federal sacó como un especie de programa de diferentes puntos, súper interesante que abarcaba muchos aspectos, quizá un documento tan extenso no va a ser un documento de unidad al que todo la variedad del movimiento obrero pueda llegar a adherir, pero por ahí un programa con puntos mínimos que permitan articular a la diversidad y a la heterogeneidad del Movimiento Obrero, creo que sería otro punto que podría sumar. Lo que yo observo es una gran distancia, entre la cúpula y lo que pasa abajo.
AGPS: Esto me lleva a otra pregunta, ¿No ha llegado un momento en el que el tema de la representación está un poco en crisis? Que algunos actores difícilmente representen a las necesidades del pueblo, pero ¿no hay algo ahí que haya que cambiar en el modo de esa relación entre quien está en la institución y quien está por fuera? Volvamos a la década del 40, estos dos años que vos decís que se resolvió todo, se resolvió con la gente en la calle y no tanto con delegados y representantes. ¿No estaremos escapándole a la idea de que la crisis de representación es un poco inevitable también, y haya que buscar otro modo de funcionamiento de las instituciones con otro diálogo con el instituyente?
ME: Estoy totalmente de acuerdo con lo que vos decís por varias cuestiones: por un lado me parece que a veces se le pide a las representaciones sindicales lo que no se le pide a otros ámbitos de la vida política y ahí caemos en el estereotipo y la estigmatización del sindicalista, que es algo que se laburó con un objetivo muy concreto. Porque buenos dirigentes hay en la política, en los sindicatos, en los movimientos sociales. Buenos y malos. Tenemos que detenernos en un punto porque lo que existe es una crisis en todos los ámbitos de la vida política, sindical, gremial, social, de representatividad, y esto se enmarca en la crisis de la propia democracia representativa. Cuando se plantea hoy el debate de poder avanzar a un sistema de una democracia participativa ¿Qué pasa con las organizaciones? ¿Qué pasa con el pueblo? ¿En qué medida tiene incidencia en la vida política y lo mismo en la vida sindical? No caben dudas que en los años cuarenta la gran diferencia la hizo el pueblo en la calle.
Por eso pensaba que lo que le cabe al movimiento obrero también le cabe al sistema político democrático argentino: ¿Qué nuevas orgánicas o estructuras permitirían un mayor nivel de participación, de involucrarse, de poner el cuerpo, de estar? Creo que este es uno de los desafíos a tener presente de acá en adelante, porque si no es una democracia que cada vez queda más vacía de contenido.
AGPS: En eso estamos, son preguntas que a veces nos cuesta hasta formularlas, en especial a los que atravesamos la dictadura y haber logrado el retorno a la democracia y lo que costó eso. Siempre nos cuidamos de hablar de la democracia pero la verdad que luego de casi cuarenta años con índices de pobreza que eran insólitos en este país la verdad es nos está quedando un poco corta esta democracia y no sé si las luchas por la democracia son por esta democracia.
ME: Son debates incómodos y son preguntas difíciles porque la democracia liberal, esta idea del contrato social, la tenemos muy metida hasta la médula. Y es difícil imaginar nuevas formas de funcionamiento democrático. Pero son preguntas que nos tenemos que empezar a hacer porque es lo que planteas vos: llevamos un período desde el 83 en adelante y el país que tenemos es mucho más injusto. Son preguntas necesarias.
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