COOPERATIVA DE VIVIENDA LOS PIBES, COVILPI

VIVIENDA DIGNA
Las casas las hicieron Los Pibes

A pesar de las trabas que les puso la Ciudad, que demoró diez años el proyecto de autoconstrucción, en 15 días inaugurarán viviendas para 33 familias.

 

[Por Roly Villani, Tiempo Argentino]Treinta y tres familias abandonarán la categoría de «sin hogar». Cuatro pisos construidos en forma de cooperativa con una eficiencia de costos envidiable: 4500 pesos el metro cuadrado, contra los 8000 que sentencia la Cámara de la Construcción. El edificio está ubicado en Gregorio Aráoz de Lamadrid 208, esquina Ministro Brin, en La Boca, a una cuadra de la desembocadura del Riachuelo. Para más datos, está a 200 metros de Caminito: un espacio estratégico comprado por las familias en la época en que esos terrenos estaban depreciados.
La construcción es parte de un proyecto surgido de la Organización Social y Política Los Pibes, y fue registrado en el Instituto de Vivienda de la Ciudad (IVC) unos meses antes de que asumiera Mauricio Macri. Es un ejemplo de lo que podría haber pasado si esa entidad no se hubiera desfinanciado y si el macrismo no hubiera subejecutado el presupuesto de la herramienta para solucionar la falta de vivienda. Desde que el PRO se hizo cargo del gobierno de la Ciudad, este tipo de emprendimientos desapareció de la política de vivienda porteña.
Para llevar adelante este proyecto, la organización barrial formalizó la


Cooperativa de Vivienda Los Pibes (CO.VI.L.PI) hace diez años. Hace siete comenzó la construcción. Y las viviendas deberían haberse terminado hace tres. La presidenta de la cooperativa, Alicia Díaz, explica a Tiempo que el problema de la falta de vivienda, que afecta a medio millón de personas en la Ciudad, «se puede solucionar con autoconstrucción, y ese es el mejor ejemplo que puede dar este proyecto, el que menos quiere Macri que se propague».
Durante los años que demandó la construcción del edificio, los cooperativistas tuvieron que pelear cada pago que les hizo el IVC, pedir intervención a la Justicia y movilizarse infinitas veces para que la burocracia no se llevara su sueño de la casa propia. «El macrismo no quiere que demostremos que es posible construir a través de la organización popular, de la autogestión, y que el sueño de la vivienda propia para los sectores populares en esta ciudad es posible», dice Luciano Álvarez, uno de los cooperativistas.
«Hay una política diseñada para expulsar a este sujeto social que somos los pobres, y por eso achican año tras año los presupuestos para la vivienda social –agrega Álvarez–. Cada vez es más evidente que los incendios en el barrio, que terminan en muertes y dejan familias en la calle, tienen una intencionalidad: expulsar de la Ciudad turística a estas familias.»
De acuerdo a esta forma de construir estipulada en el IVC, la obra avanzaba y con cada certificado de avance de obra se debía cobrar el pago correspondiente. Pero la mayoría de las veces, esos pagos eran demorados durante meses, como si las familias tuvieran todo el tiempo del mundo y como si el GCBA no tuviera dinero para hacerlos efectivos. El último episodio ocurrió en diciembre cuando, ante un nuevo atraso en el pago de los certificados de obra, los cooperativistas –junto a organizaciones populares del barrio– decidieron tomar la sede del IVC, en el 6º piso de Carlos Pellegrini 211, para exigir el inmediato pago y la efectivización del adelanto financiero necesario para finalizar la obra.
Por estos días, los trabajadores se apuran a terminar los ascensores. Los pasillos ya están, y los departamentos (diseñados, entre otros, por el arquitecto Jaime Sorín) son de una gran belleza, además de ser infinitamente más económicos que lo que se consigue en el mercado.
Pero es una historia con final feliz. El próximo 22 de marzo se inaugurará formalmente el edificio. La demostración de que otra forma de construir es posible en la Ciudad con el mayor presupuesto del país. Ese día sería el cumpleaños número 55º de Martín «El Oso» Cisneros, militante de Los Pibes asesinado en 2004 en La Boca. La organización le puso el nombre del compañero al Espacio de Economía Social que funciona en el playón que está pegado al flamante edificio de viviendas, y que permite a los vecinos comprar frutas y verduras directamente de los productores, a precios y calidades inimaginables en las cadenas concentradas.  

Fuente: Tiempo Argentino, Producción Riachuelo

 

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