EL ASESINO DEL OSO CISNEROS SE PASEA NUEVAMENTE POR LA BOCA. Por La Retaguardia.

[La Retaguardia* 29-04-2022] El 25 de junio de 2004, Juan Carlos Duarte mató al dirigente social Martín “Oso” Cisneros en la calle Olavarría, en el barrio porteño de La Boca. Allí hubo una protesta social que derivó en la toma de la Comisaría 24, por la que fue condenado Luis D’Elía. Duarte también fue condenado por la Justicia, pero está con libertad condicional. Fue visto hace días en el barrio de La Boca nuevamente. Para los vecinos y vecinas significa un peligro latente. Lito Borello, secretario de Derechos Humanos de la Unión de Trabajadores y Trabajadoras de la Economía Popular (UTEP), también referente de la Organización Los Pibes, pasó por el programa radial La Retaguardia.

—¿Cómo están viviendo esta situación de la vuelta de Duarte al barrio?  

—Juan Carlos Duarte es esa mano de obra que suele usar la policía, y también detrás de la policía, la política, para generar hechos como el asesinato de Martín, uno de los dirigentes principales de una organización popular, de un movimiento popular, que en las últimas décadas viene jugando un papel protagónico en el hacer de la política. No solamente, como a muchos les gusta elegir decir maliciosamente, solamente haciendo asistencia social. Y por eso es tan significativo como cada vez que hay situaciones, que nunca son circunscritas solamente al barrio de La Boca, sino cuanto menos, situaciones nacionales, aparecen estos tipos predispuestos a generar una situación de miedo generalizado y demás, hechos que tienen que ver con el entorno. Y como bien pasa en el último tiempo, hay una violentizacion de la sociedad, manifiesta en distintas cosas, camufladamente metidas en el fútbol a propósito, liberando las calles y las barriadas para que el hecho del narcotráfico empioje cada vez más nuestros territorios. Una violentizacion en la sociedad que habla más de este sistema, del nuevo tipo de dominación, como la creación del caos, como un caldo de cultivo donde el poder fáctico actúa de hecho por sobre y encima de la institucionalidad vigente. Y nuevamente ahora en el barrio de La Boca aparece este tipo del que todavía no tenemos demasiada certeza y que por suerte nos lo advierten los mismos vecinos, que con una vitalidad impresionante nos vinieron a decir que ya hay pegatinas. El barrio de La Boca tiene, como muchos lugares populares, una capacidad de resignificar cada una de sus peleas y no olvidarlas.

—Hay ciertos sectores intentando ocultar la importancia de la Memoria. Teniendo en cuenta que el asesinato del Oso Cisneros fue hace casi 18 años, ¿cómo lo viven las nuevas generaciones a partir de lo que pudieron transmitirles? 

—Por un lado, las nuevas camadas lamentablemente han ido creciendo en el nivel de falta de credibilidad en la política oficial. En la política tal cual la sociedad la asume, porque los movimientos populares también hacemos política, no partidaria. Pero está claro que hay un descrédito cada vez mayor a la política y que hoy, a diferencia del 2001, lo que hay es decenas y decenas más de organizaciones populares que por eso nosotros, aún en el medio de la situación caótica y muy mal en el plano de lo económico y lo social, no creemos ni de casualidad que puede haber un 2001. Sin embargo, sí es cierto que ha crecido el descrédito, que ha crecido la falta de confianza en la “política profesional”, si querés ponerle un nombre. No quiero usar la palabra “casta” porque hoy este imaginario de laboratorio como (Javier) Milei, todos estos arquetipos construidos en laboratorios en función de determinadas operatorias, están usando esta palabra y entonces están jugando mucho con esto. Pero sí un descrédito a la política profesional, y que hace que el común de la sociedad tome distancia. Pero muy lejos de esto, de la apatía y de la bronca, y de quebrarse e irse a la casa, sucede lo que dice a veces Francisco: los pueblos ya no esperan, se unen, organizan y luchan. Y por eso, quienes estamos en los movimientos populares tenemos un optimismo y una renovada esperanza en que, de abajo y desde adentro, los movimientos populares vienen regenerando el tejido y generando un nivel en autonomía, que van ganando en autogestión y que, aunque por más que quieran ensuciar y que se hagan los que no entienden qué quiere decir la Economía Popular, hay un entramado por el que justamente pasan estas cosas. Brota automáticamente la reacción de los vecinos que le sacan una foto a Duarte y arman un volante. En ese sentido hay un reservorio hermoso en el subsuelo de nuestra patria sublevado, que sigue mostrando que se sobrepone a las adversidades y que sigue estando ahí el caolín necesario para así seguir imaginando procesos revolucionarios y procesos de transformaciones profundas.

—De algún modo vinculás la reaparición de Duarte en barrio de La Boca con la situación social grave que se está viviendo. 

—Estamos viviendo un fenómeno de guerras de nuevo tipo que no son las que conocíamos en el último tiempo, con nuevos niveles de perversidad y de sofisticaciones, como la guerra de cuarta generación, la guerra cognitiva, fenómenos en donde a veces tratan de hacernos tapar. Pero de Ucrania en adelante está claro que intuimos que estamos en medio de una guerra global de los poderosos para saquear los recursos. En el medio de esto han ido avanzando en procesos en donde ya los yanquis no necesitan gobiernos afín en su patio trasero, sino situaciones de caos, estados fallidos en donde lo que necesitan es una altísima volatilidad del poder instituido de la institucionalidad vigente. Y tenemos democracias donde en realidad nos dejan cantar el himno, izar la bandera, pero está claro que el poder fáctico de hecho compra a un juez, a un político, a un gendarme, a un policía, y que la letra de la Constitución es letra muerta. Por lo tanto, la situación de hacer caótica la vida en nuestros territorios va en ese sentido. Va en el sentido en donde es muy difícil imaginar que somos iguales ante la ley y entonces está roto el contrato de derecho, está roto el contrato social y estas situaciones facilitan el ejercicio directo del poder fáctico, que por sobre cualquier institucionalidad actúa sobre nuestro territorio. Libera la zona. Lo que no lograban los tanques en la dictadura, hoy la miserabilidad que se provoca en nuestros territorios a través del hambre, a través de la dificultad para educarse, a través de la dificultad para acceder a la educación, violenta a nuestro territorio. Donde la violencia, el delito organizado y el narcotráfico terminan infectando a nuestros territorios, y todos sabemos que cuando esto entra en alguna de nuestras familias, afecta a toda la familia y rompe el tejido social. Esta situación es la que estamos viviendo. Entonces hay como un “hacer de cuenta”, donde pareciera que todo funciona, que hay diputados y senadores que votamos cada dos años y que cualquiera puede hacer política. Esto es una gran mentira. Los pibes te miran y te dicen “Que me querés convencer de que somos iguales ante la ley, a nosotros nos cagan a patadas en el orto simplemente por usar una gorrita”. Y esto va haciendo que lejos de caer en una profunda depresión o pesimismo, nacen y nacen organizaciones populares que, como en toda América Latina, van ocupando un papel que se empieza por la reivindicación social, pero juega un rol claramente político. Porque como dijo Francisco al lado de Evo Morales, este sistema no da más y es imprescindible construir otro mundo posible.

—Cualquiera de las variantes partidarias que uno puede ver hacia adelante con perspectivas de poder está mucho más a la derecha, ¿cómo se concilia eso con la  esperanza que vos intentás plasmar? 

—Pareciera que tratar de entender a nuestro enemigo ayuda bastante. Esto de las guerras integrales es una de las cosas a las que se le pone mucho énfasis justamente con instrumentos como los comunicacionales. Es tratar de quebrar la voluntad de lucha y entrar en pesimismo. Como ya no nos pueden convencer que son buenos, entonces lo que nos tratan de construir es un enemigo invulnerable. Como a veces nos dicen, a aquellos que militamos, en nuestros entornos familiares: “¿Pero qué vas a cambiar el mundo vos solo?”. Es una construcción de sentido que habla mucho de quebrar la voluntad de lucha de nuestro pueblo. Nosotros vemos que muy por encima de la situación compleja, esto es parte de la construcción de la política del enemigo, de un nuevo modelo de dominación en donde nos hacen la cabeza. Les sugiero que lean sobre guerras cognitivas, en donde ya empieza a generar sentido nuestra cabeza para que pensemos como le conviene al enemigo. Para esto no hay más salida que construir otro mundo posible. No es elegir al menos malo, porque sino también algunos nos tratan de convencer, desde el progresismo, que mejor elijamos uno menos malo, y entonces nos tratan de meter en la pelea sobre si China, si Rusia, si Estados Unidos. En el marco del capitalismo no hay salida, hay que construir sociedades que merezcan ser vividas, que se viva fraternalmente y que de verdad nos permitan recuperar un proyecto de vida. Ante el proyecto de muerte del capitalismo solamente hay salida en un proyecto de vida. Se llame socialismo del siglo XXI, socialismo comunitario, se llame buen vivir, Patria Peronista, Pueblo de Cristo. En el marco del capitalismo no hay salida, por lo tanto la verdad es que hay que recobrar nuestra esperanza, entender que nos tenemos que organizar en los territorios, que la política electoral no es más que una farsa que hace de cuenta que hace 40 años tenemos democracia, pero la asimetría entre los que tienen y los que no tienen cada día sigue creciendo. Y, por lo tanto, meterse a creer que la política no es solamente el armado de una lista o si viene uno o el otro, si Cristina (Fernández de Kirchner) o si Alberto Fernández, sino generar un proceso de una nueva geometría del poder, sociedades que de verdad sean mucho más democráticas en el sentido horizontal, un nivel de participación que no tiene que ver con si metemos uno nuestro, sino si empieza a haber un entramado: aquello que el peronismo decía “comunidad organizada” para ir a un imaginario que todos conocemos. Entonces ¿qué pasó?, no apareció solamente el Gordo (Duarte): el pueblo de La Boca, los compañeros, los vecinos, ese inmenso universo, reaccionó rápidamente. Como grita la UTEP: “Acá no se rinde nadie”. Y que no se crean que nos van a convencer y nos van a meter en la película de Pimpinela, “si ella o él”, porque acá si no hay organización popular, si los trabajadores no son la columna vertebral, no hay proceso de transformación.

Entrevista: Fernando Tebele/Pedro Ramírez Otero. Redacción: Pedro Ramírez Otero. Edición: Fernando Tebele. 

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