LIBERTAD, LIBERTAD, LIBERTAD
Este 23 de agosto se conmemora el Día Internacional del Recuerdo del Comercio de Esclavos y de su Abolición, en honor a todos los mártires que murieron presos del mayor verdugo de todos los tiempos; la esclavitud.
Se escogió el 23 de agosto, dado que una noche que marcaba esta fecha en el calendario de 1791, suscitaba en Santo Domingo (donde hoy es Haití y República Dominicana) una sublevación que marcaría el inicio de la abolición del comercio transatlántico de esclavos.
El tráfico de personas afrodescendientes fue a través del Océano Atlántico entre los siglos XVI y XIX. La mayoría eran africanos de las zonas centrales y occidentales del continente, vendidos a compradores europeos para ser colonizados en el Norte y Sudamérica.
Estos fueron esclavizados, obligados a plantar café, coco y algodón. También debían adentrarse en las peligrosas minas de oro y carbón, así como trabajar día y noche en los campos de arroz, en la construcción, madera, elaboración de barcos y hasta en los hogares como sirvientes, donde su trata era para nada acogerdora, por el contrario, servían para satisfacer caprichos sexuales de sus “amos” y aberraciones racistas.
Los esclavos vivían bajo un racismo y barbarie desmedida
No gozaban de ningún beneficio, estaban abandonados a su suerte. Muchos morían a latigazos sin haber cometido delito alguno, otros cuando envejecían o sufrían alguna discapacidad eran “rematados” a comerciantes especuladores. En fin, el corazón de un esclavo albergaba latidos de dolor, impotencia y frustración, que no podían drenar con libertad; sólo llorando por dentro.
Su cuerpo (del esclavo) estaba encadenado en un mundo que parecía no tener sentimientos, sino intereses monetarios, donde el más pudiente en realidad no era el más inteligente. Pues, ¿Cómo un universo mental puede pensar que una persona de tez negra sea diferente, o peor inferior? Esa inferioridad que desdeñaba la oligarquía blanca estaba presente, sí pero en sus mismos pensamientos y acciones, que denotaban clara ignorancia.
Al menos cuatro millones de personas fueron exportadas por medio del Sahara, del Mar Rojo, desde los puertos del océrano Índico durante diez siglos de esclavitud en beneficio del mundo musulmán. Otros nueve millones eran llevados en las rutas de trans-sahariana, y otros 20 millones por el Atlántico.
Fuente: Telesur, Producción Riachuelo