
[FM Riachuelo, 06/01/2023] En el hermano país peruano se vienen levantando protestas populares que exigen la renuncia de la ilegítima presidenta Dina Boluarte y la convocatoria a una asamblea constituyente como respuesta a la grave crisis de un Estado que hace tiempo no responde ni resuelve la situación de su pueblo. Desde FM Riachuelo charlamos con Lito Borello, secretario de DDHH de la UTEP y coordinador nacional del Movimiento Popular Los Pibes, con quien profundizamos en la raíz de este problema que debemos mirar en clave regional, en medio de la situación que atraviesan también Bolivia, Brasil y muchos países de la región.
FM Riachuelo: Luego de la destitución de Castillo en Perú el pueblo ha salido a las calles, actualmente hay más de 36 cortes en el país hermano exigiendo la renuncia de Boluarte y una reforma constitucional, ¿cómo estás viendo la situación?
Lito Borello: Es una situación compleja, no es nuevo el proceso que se viene dando en Perú. Desde que el presidente ganó e intentó tomar posesión de su cargo, permanentemente ha estado hostigado por el poder fáctico, como muchas veces decimos, y por distintas logias que juegan en el Perú un papel muy fuerte. Esto no ha permitido una consolidación institucional de ese triunfo y está claro que en el último tiempo el poder global, expresado en Perú también, avanza hacia deteriorar muy fuerte ese intento ya con un nivel de agresividad, de golpe. Antes hablábamos de golpes blandos, pero cada vez los golpes empiezan a tener un formato mucho más violento, mucho más cruento y se vienen con formatos nuevos con un nivel de virulencia y de agresión hacia nuestros pueblos mucho más fuertes. Estamos muy preocupados. Hay un alto nivel de solidaridad y de adhesión en nuestra américa por la pelea del pueblo peruano, pero a la vez hay mucha preocupación por cómo continúa esto en estos días, que no parece que vaya a calmar, sino que la situación indica todo lo contrario. Los poderes globales y locales están decididos a que ese gobierno no se consolide.
FMR: En Brasil la asunción de Lula fue sumamente complicada, hubo un poder real marcando la cancha en todo momento. Una situación parecida pasa en Bolivia, donde la derecha cruceña impide toda acción de gobierno, ¿cómo ves esto en clave regional?
LB: Así es como hay que poderlo interpretar. Lo de Perú no es un hecho aislado, lo de Bolivia no es un hecho aislado y lo de Brasil, que recién acaba de asumir con todo ese fascismo de Bolsonaro que sigue estando presente más allá de que él se haya ido del país en el momento de la asunción, claramente el bolsonarismo está presente en Brasil y va a jugar un papel de hostigamiento permanente sobre la instalación del gobierno de Lula. Nosotros lo venimos planteando en el marco de una crisis mundial, de una crisis global, de una crisis civilizatoria, de una crisis integral. La región de América Latina vive un proceso de recolonización por los poderes globales, y en ese marco, esos poderes intentan volver a un saqueo, a una depredación, a garantizar la dominación en nuestras tierras a sangre y fuego, a como dé lugar. Y más allá de algunos formatos más sofisticados, siguen siendo también más perversos, siguen siendo profundamente violentos con instrumentos nuevos, donde ya no tan solo la violencia directas la ejercen los militares o las fuerzas armadas o la policía, sino también el delito organizado, las bandas, el narcotráfico, un sin número de instrumentos que están en el marco de estas nuevas políticas de los modelos de dominación. Todo esto requiere que nosotros tengamos claramente este análisis más profundo, para entender que más que nunca debemos volver a los postulados de nuestros patriotas, la necesidad de generar una resistencia continental a estas embestidas que no van a parar y que solamente retomando el camino de un proceso liberador, de un proceso emancipador, de un segundo tiempo, de una segunda etapa de una emancipación en toda nuestra región, nos va a encontrar siempre viendo una parte pequeña de la película que son nuestras patrias chicas. Las realidades nos incumben a todos y hay que ser muy claros en esto, ya ni siquiera es solidaridad con el pueblo del Perú o con el de Bolivia, sino es solidaridad con nosotros mismos. Son nuestras batallas, son nuestras luchas, son nuestras mismas dificultades que si no consolidamos en la región no vamos a poder tener nuestras patrias libres.
FMR: Trayendo el tema de Brasil particularmente en el momento del triunfo de Lula los bolsonaristas salieron violentamente a las calles, hubo muchísimos cortes, lo que está pasando en Bolivia con el tema de Camacho que también salieron los golpistas a las calles, la derecha también se está apropiando de las herramientas que siempre utilizó el pueblo saliendo a las calles, ¿cómo lo estás viendo eso?
LB: En los nuevos modos en estas guerras integrales la derecha también gana las calles, también tienen grupos violentos paramilitares o de civiles, la derecha pone dinero en el narcotráfico y en el delito organizado para romper el tejido social y desmembrar a nuestros territorios a nuestras barriadas. Estas políticas son las que requieren de mucha unidad y de construcción de poder popular. No alcanza con las institucionalidades, no alcanza en algunas elecciones ganarle a algunas expresiones del neoliberalismo o del liberalismo más rancio de la peor derecha, si no se tiene después para acompañar esos triunfos electorales, un pueblo organizado, organización popular, poder popular y tener claro que el sujeto social que sigue siendo el sujeto político que puede garantizar un proceso revolucionario como es necesario son los trabajadores. Cuando no están los trabajadores en el centro, es muy difícil imaginar esas políticas profesionales que solo se quedan en los grandes salones de la democracia institucional creer que vamos a vencer las pretensiones del imperialismo, las pretensiones del capitalismo, las pretensiones de un poder global que está dispuesto a cualquier cosa para seguir garantizando sus privilegios.
FMR: Argentina también está inmersa en esta realidad de la región. ¿De qué manera nos afecta a nosotros?
LB: Lamentablemente nosotros a tres años vista de haber conquistado poder haber echarlo a Macri, en el plano electoral eso se logró con una alquimia, con una fórmula de tres grandes sectores y a tres años está claro que son muy pocas las perspectivas que se han logrado impulsar en el sentido nacional, popular y que vayan en contra de las asimetrías que generan los poderosos. Las empresas, los grupos de poder, los grandes medios comunicacionales digamos, toda esa artillería que hoy tiene el poder global, si no se la enfrenta desde otro lugar y se cree que solamente se la puede enfrentar desde una correlación de fuerza de una arquitectura parlamentaria nos quedamos a mitad de camino. Vemos como gobiernos que llegan con discursos progresistas y que rozan muchas de las banderas nacionales y populares, después en la implementación concreta, en estas democracias cada vez más acorcetadas, en estas democracias que ya están muy lejos de poder brindar justicia social, en estas democracias es donde está roto el contrato de derecho y donde ya no somos iguales ante la ley, si no se profundizan terminan siendo un retroceso. Este debate atraviesa todo el campo popular. Este debate a meses de que se cumplan cuarenta años de democracia, nos obliga a repensar si estas democracias son las que pueden permitir realmente que nuestros pueblos sean felices y nuestras patrias realmente puedan ser soberanas. Sino, tenemos que empezar a encontrar un proceso de profundización de democracias mucho más protagónicas, mucho más participativas y un proceso de refundación de la Nación a través de una asamblea constituyente y de pensar un estado al servicio de un proceso revolucionario. Con estos retoques cosméticos, que muchas veces nos viene dando este gobierno nacional está claro que no vamos a poder parar la embestida de aquellos adoradores del dios dinero donde solamente piensan en ellos.
FMR: El año que pasó fue bastante difícil para los movimientos populares, desde los allanamientos, las persecuciones, el ajuste que hemos sufrido y justo hace unos días salió la noticia de la condonación de la deuda de 220 mil millones de pesos para EDENOR y EDESUR, demostrando cuáles son los intereses que defiende el estado, que sigue apostando a los sectores concentrados de la economía y siguen recortando desde abajo. ¿Cuáles crees que son nuestros desafíos para este nuevo año?
LB: Hemos vivido estas últimas fiestas de fin de año con angustia, con preocupación viendo esto que ustedes plantean claramente. El gobierno sigue siendo muy dócil a las embestidas de los poderosos y sigue creyendo que aunque tengan un discurso distinto después termina apretando por el eslabón más débil, los trabajadores, los movimientos populares. La verdad es que nos deja con una fuerte preocupación. Ahora entramos en un año electoral, la campaña multimediática logra obnubilarnos la vista con la zanahoria electoral, como si todo se fuera a resolver únicamente a partir de elegir una mejor o peor lista. Está claro que ni los nombres de los ministros, ni los nombres salvadores van a podernos crear o permitir construir la capacidad de un pueblo organizado, que tiene que pelear contra un poder voraz, que en el mundo está en crisis pero, que está dispuesto a cualquier cosa para venir por nuestras patrias para saquearlas. Por eso hablamos de un proceso de recolonización. Así como hace varios cientos de años venían por nuestras riquezas, hoy en el marco de la pelea mundial de los poderosos van a venir a nuestras tierras por nuestras aguas, por nuestro petróleo, por nuestra energía, por nuestra biodiversidad, por nuestro lugar geopolíticamente de carácter estratégico. Si los pueblos no nos organizamos, si los pueblos no nos ganamos el nivel de conciencia capaz de organizarnos para construir un proceso revolucionario y una segunda etapa emancipatoria lamentablemente nuestras descendencias no tendrán destino. Los pueblos hoy están caminando. Los pueblos independientemente de sus dirigencias vienen haciendo cosas, venimos con mucha alegría de haber pasado el momento más complejo que fue la pandemia a partir de los mejores valores de nuestros sectores más humildes, de nuestro pueblo humilde y trabajador, del subsuelo de la patria sublevada, desde ahí surgió el amor, la fraternidad, las construcciones comunitarias que nos ayudaron a transitar nada menos que la pandemia. El debate ahora está si nos podemos poner a la altura de las circunstancias, a la altura de los desafíos que tenemos por delante, organizarnos y generar la mayor unidad posible de todos los trabajadores, los que tienen patrón, los que no tenemos patrón, los que son del estado, los que son privados. Seguimos siendo los trabajadores la columna vertebral y la cabeza de cualquier proceso revolucionario que pueda encarar una patria justa, libre y soberana.