ERA ASÍ

[FM Riachuelo, 29/10/2020] No es un día de buenas noticias. Estamos con un dolor que sentimos propio. Desde temprano, amanecimos con imágenes de represión, con la agitación mediática de esos tiburones que huelen sangre y empiezan a avanzar sobre el dolor de nuestro pueblo, machacando mentes e instalando un sentido común despiadado, con ese amarillismo siniestro que invita permanentemente a nuestra sociedad a mostrar su peor cara, a aceptar un modelo de país para unos pocos.

Pero lo que hoy ha reinado es el repudio a las políticas represivas. Eso es lo primero. Hay que llegar a las soluciones de otra manera; hay ejemplos. La solidaridad brota en todos los territorios, y si hay algo de lo que el pueblo está seguro es de que no tolera la represión. Un pueblo que tiene entera consciencia de que la lucha de cuatro años contra el neoliberalismo no fue para continuar viviendo estas situaciones: reivindicaciones de la topadora, las casillas incineradas, y una derecha que se monta sobre eso y trata de poner un límite, a sangre y fuego, a la construcción de los sueños populares.

Hoy veíamos la imagen compartida por nuestro compañero Juan Carlos Sánchez, del Frente Barrial Pocho Lepratti de La Paz, en la Provincia de Entre Ríos. Ellos vienen urbanizando barrios que nacieron de la misma manera, desde las desigualdades e injusticias terribles, pero que impulsan luchas.

Las tomas se generan porque no hay lugar donde vivir. La Organización Social y Política Los Pibes ha estado trabajando solidariamente en el barrio Papa Francisco de La Paz; compañeras y compañeros, dedicados a la pesca artesanal, que viven en un pueblo del interior de Entre Ríos, donde no escasea en territorio. E incluso así, la perversión del sistema los empuja a tener que construir una casa en las empinadas barrancas del río Paraná, en un equilibrio más que precario, y contra toda racionalidad posible; ahí vivían las compañeras y compañeros, con peligro de derrumbe de un lado y del otro la cloaca a cielo abierto de la Ciudad de La Paz.

La perversión de este sistema de desigualdad empuja al pueblo a estos destinos. Entonces, ¿cómo no va a haber hermanos y hermanas que busquen otro lugar donde vivir? El sistema no permite que se resuelva de otra manera; ¿alguien puede decir que esos compañeras y compañeros pescadores no tienen voluntad para trabajar? ¿O que no tienen cultura del trabajo? Esquivan a diario las lanchas de la policía de Santa Fe y de Entre Ríos: pescar para llevar comida a sus casas o venderla en la pescadería del pueblo para conseguir una moneda pareciera un delito en esas provincias.

Eso es lo que está atrás de las tomas. Lo más seguro es que cada historia de vida de quienes estaban en Guernica tiene algo de esto, y no se puede soslayar. Y, sobre todo, no se puede reprimir en dicha situación. Hay que buscar otra solución.

La pobreza no se puede reprimir. La pobreza no se soluciona con represión. Esto decían los carteles de las compañeras y compañeros de Entre Ríos, vestidos con sus cascos amarillos, trabajando en la urbanización de sus barrios, que también nacieron de una toma. Y hoy están laburando. Y esto no fue un accidente del sistema, en absoluto; fue una conquista de las organizaciones populares. Porque ahí hubo una política pública, que forma parte de las tantas conquistas sociales, y que hace posible estas acciones.

Así había que resolverlo, no de otra manera. Esta experiencia existe, eso quiere decir que pueden existir más. Hay que ponerle un freno a la derecha, a un capitalismo salvaje y excluyente, que deja todo en manos de unos pocos. Este sistema no da más. Es urgente construir otro mundo posible.

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