[FM Riachuelo 1/10/2019] Durante el pasado domingo 27 de Octubre, apenas terminada la jornada electoral, más de 10 familias se vieron amenazadas por un inminente desalojo en el barrio de San Cristóbal. Los habitantes de la vivienda ubicada en Humberto 1° 2064, fueron sorprendidos por un fuerte operativo policial que anunciaba que en horas de la madrugada los dejarían a todxs en la calle. Decididos a resistir, convocaron a vecinos y organizaciones a que los acompañaran. Así fue como, durante ese Domingo y el lunes siguiente, la calle se llenó de la solidaridad del pueblo hasta que lograron frenar el desalojo.
Mientras tanto, en La Boca, la misma amenaza llegaba para las 20 familias del conventillo de Necochea 1488: “al día siguiente serían desalojados”. En horas de la mañana del martes 29 de octubre, los oficiales de justicia que llegaron al lugar se encontraron con las familias de la casa acompañadas por organizaciones y vecinos del barrio, dispuestos a defender su derecho a la vivienda. Lograron indagar en la documentación que traían los representantes del poder judicial y descubrieron que se trataba de un desalojo ilegal por lo que fueron obligados a retirarse del lugar.
Mario González, habitante del conventillo y militante de la Organización Los Pibes, nos decía: “Esta es una cuadra muy codiciada por el gobierno para sus negocios inmobiliarios”.
La situación de la vivienda y el hábitat es una de las mayores expresiones de la desigualdad en nuestra región y en nuestros barrios. La ciudad de Buenos Aires es la más rica de la Argentina y también la más desigual y mientras siga siendo el mercado quien regule el acceso al suelo, al techo y a los servicios, nuestra sociedad seguirá inmersa en crecientes asimetrías cada vez más difíciles de saldar.
Es claro que lo que existe es una profunda disputa de intereses creados por los poderosos que impide que los sectores populares puedan tener acceso a una vivienda digna, a la alimentación, a la salud, a la educación. Los mismos que se enriquecen con el dolor de nuestro pueblo, llenando los barrios de paco y miseria para dominar, expulsar y descartar a las grandes mayorías de población humilde y trabajadora.
Más allá de que el pueblo argentino y sus organizaciones, con su lucha y su resistencia, han logrado echar al mal gobierno, personero del verdadero Poder, y han conquistado el cambio del poder formal a partir de la elección de un nuevo gobierno, ese poder fáctico seguirá intentando someternos.
La violenta disputa por el suelo urbano, que se da centímetro por centímetro, y que el poder libra con instrumentos institucionales (justicia, fuerzas de seguridad) pero también para-institucionales (el deterioro económico de las viviendas, la penetración del narcotráfico en los barrios y en la vida de sus habitantes), dan cuenta de los desafíos que se presentan por delante en un escenario donde el cambio de gobierno –festejado y favorable para el Pueblo– no implica necesariamente que los poderes fácticos hayan depuesto su vocación recolonizadora hacia nuestra región, y hacia nuestros barrios. Recordemos: la reciente seguidilla de desalojos en la CABA tuvo su punto de disparo, paradójicamente, en medio del acto eleccionario del pasado domingo.
Es vital e imprescindible defender los barrios con pueblo organizado, generar mucha más conciencia y poder popular, profundizando las experiencias de acceso a la vivienda popular por autogestión y ayuda mutua, de construcción de soberanía alimentaria, salud comunitaria y comunicación popular.
Otra cosa deja en claro lo relatado en estos párrafos: aunque el afán de acumulación de riqueza y privilegios pretende incluso llevarse puestas nuestros modestas conquistas y modos de vida, no les resultará nada fácil. Los Pueblos están decididos a resistir, y si es necesario –vaya si lo es- fundar un mundo nuevo.